Los manifestantes.
19 DE FEBRERO
No nos debemos dejar convencer con que nos cuenten la mitad
de la verdad de las cosas que pasan. La actualidad son las manifestaciones
callejeras por el encarcelamiento de un mal llamado “artista” que yo desconocía
que existiera. En pocos días me he enterado de su nada ejemplar vida. No creo
que el personaje ni sus andanzas merezcan el conflicto que han provocado. No me
basta el argumento de la libertad de expresión, con ser muy importante, como
causa para esta explosión de violencia.
No olvidemos que desde el comienzo de esta legislatura el
objetivo de todos los poderes es sacar a Podemos del gobierno COMO SEA. Siempre ha habido
rincones secretos de la política que nunca el público llegaremos a conocerlos.
Yo no apuesto ni un céntimo que los que incendian contenedores y tiran
adoquines a los guardias no estén trabajando para la extrema derecha; ni me
apostaría el siguiente céntimo a que en la misma dirección del Podemos tengan
los poderes sus militantes submarinos.
Nadie hay más interesado en desmontar los movimientos
sociales que los que provocan las causas para que haya descontento social y
descontento hay de sobra.
Tengo un conocido que tendrá unos cincuenta años, un buen
albañil que sabe de todo lo relacionado con su oficio que le pagan 1050 € al
mes. A su hijo, que es electricista le pagan 1000; las horas extras, que le
obligan a hacer muchas, no se las pagan y como este padre y su hijo hay millones.
A la vez la gente se entera que el presidente de una federación deportiva cobra
100.000 € al año, hay Tribunales de Cuentas, consejos y consejeros.
Por todos los rincones de la administración con
sueldazos en un año como el de mi amigo
el albañil en ocho. La gente ve que en España la única forma de llenar la
cazuela de generación en generación es arrimarse a las ubres de la patria y el
que no lo consiga tiene la miseria asegurada; esto mismo pasaba en España en
los siglos XVII, XVIII, XIX, XX y sigue pasando en el XXI. No nos extrañe que haya
mucha gente que le importa un huevo que se incendie el mundo, suyo no se va a
quemar nada. Si los que llevamos mirando el mundo muchos años nos quedamos solo
con el fuego de los contenedores nos estamos equivocando; más allá de ese humo
está el incendio de la desigualdad, de la pobreza, de la precariedad, de la
injusticia y el miedo hacia el futuro. No estoy de acuerdo con los que queman
los contenedores, con los que nos quedamos en casa tampoco.
En el caso de la violencia callejera de estos días, cuando pensemos en
culpabilizar a alguien, no nos olvidemos quien puede ser el beneficiado. Esos
actos exasperan a la mayoría de la población, no solo a comerciantes y usuarios
pacíficos de las vías públicas. Si los desórdenes públicos continúan, surgirá
la propuesta de la mano dura y ese campo es de la extrema derecha; por lo
tanto, si el beneficiado es la extrema derecha, los manifestantes están
actuando, o directamente son, de extrema derecha, aunque externamente parezca
que la causa es una reivindicación tan propia de la democracia como es la
libertad de expresión.
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