El manifiesto

 

15 de febrero

Unos pasajeros, que viajan tumbados en los camarotes de segunda clase del barco de la democracia han firmado un manifiesto afirmando que el barco va en buena dirección, que el viaje es placentero y que no hay que corregir el rumbo como dicen los remeros.

Pongámonos en situación.

El viaje comenzó a principios del pasado siglo. En su primera mitad Europa sufrió dos guerras mundiales, una gran crisis económica y una peste que trajeron los norte americanos a Europa y que el mundo conoció como “gripe española” sin serlo. Entre unas cosas y otras más de cien millones de muertos en medio siglo; demasiado sufrimiento en tampoco tiempo.

En esa época los rusos protagonizaron una revolución comunista que conmovió al mundo. Temerosos los capitalistas que se extendiera hacia Occidente crearon el fascismo para intentar destruir con las armas al comunismo recién instaurado. El proyecto les salió mal, fueron los comunistas los que clavaron su bandera en el parlamento de Berlín en 1945 y se instalaron en media Europa.

 La guerra contra los comunistas ocasionó 60.000.000 de muertos para nada. El comunismo no había sido derrotado, pero había que seguir intentándolo. Los capitalistas cambiaron de estrategia; por una parte tenían que compensar a la clase obrera por sus muertos (en las guerras de los capitalistas los muertos siempre los ponen los obreros) y por otra tenían que derrotar a los comunistas repartiendo una parte de su riqueza entre los obreros. Crearon una sanidad pública para curarle las heridas de la guerra, del trabajo y de las miserias pasadas. Crearon escuelas y universidades para que los pobres desarrollaran su conocimiento y fueran más productivos. A los obreros nos pagaron un mes al año sin trabajar para que el dinero lo gastáramos en sus negocios de las costas donde el agua del mar está caliente. Nos permitieron acceder a una mínima propiedad privada conseguida a base de créditos que no nos permitieron salir de la miseria, se instauraron sistemas de pensiones, el mundo occidental dio un cambio como nunca en la historia del mundo.

 Europa, en el siglo XX tuvo 35 años para destruirse y otros 35 para reconstruirse. Los obreros salimos de la reconstrucción en coche. A cambio nos dijeron que ya no éramos clase obrera, éramos clase media, pobre e hipotecada, pero clase media.

A ese conjunto de cosas se le llamó “ESTADO DE BIENESTAR”, fue el arma definitiva con la que el capitalismo derrotó al comunismo. Los comunistas del Este de Europa, que habían ganado la guerra, vivían peor que los del Oeste que la habían perdido; los del Este no tuvieron plan Marschal que los rescatara ni consiguieron el bienestar que los derrotados.

Sería conveniente que los obreros europeos reconociéramos que si no hubieran estado los comunistas con sus tanques y sus misiles al otro lado de aquello que llamaban el “Telón de acero”, los capitalistas no hubieran tenido la necesidad de habernos concedido eso que cito más atrás del ESTADO DEL BIENESTAR.

Tengamos en cuenta que el capitalismo no se inventó para repartir la riqueza, sino para acumularla, aquel invento del ESTADO DEL BIENESTAR  tenía que acabar.

A principios de los años ochenta, Margaret Teacher en Inglaterra y Ronald Reagan en los EE.UU, pusieron en marcha hacia la desigualdad al capitalismo con su verdadera cara siguiendo las teorías económicas de dos economistas, Milton Friedman, Federik Hayek y el silencio cómplice de los socialistas europeos.

En 1990 el comunismo desaparece en Europa del Este; en un fin de semana los rusos pasan del comunismo al capitalismo mafioso. Queda el comunismo de 1400 millones de chinos, que es un capitalismo de partido único que no necesita la democracia.

 Dentro de muy poco tiempo la primera potencia económica del mundo será China, aunque nada más sea por número de consumidores y sin democracia.

China le ha demostrado a los capitalistas que no es necesaria la democracia para que funcione el capitalismo; con la democracia los obreros tenemos la costumbre de exigir nuestros derechos, sin democracia lo que ahora son derechos después sería una concesión generosa de los capitalistas, siempre y cuando los pudiéramos pagar.

Esa época, en España, coincidió con la muerte del que la derecha histórica había tenido ejerciendo de capataz en la finca hispánica durante los últimos cuarenta años a punta de pistola. A partir de la muerte del capataz pasamos unos años arreglando el tinglado de forma que, sin quitar de la teta de la patria a los que llevaban pegados a ella siglos, hubiera teta también para los que llegaban. A eso lo conocemos como “LA TRANSICIÓN”. Hay que reconocer que por primera vez salimos del atolladero sin guerras. A la vez, el mundo, Europa y también España la desigualdad había iniciado su camino hasta alcanzar en la actualidad límites insoportables; un 1 % de la población posee tanta riqueza como el 99% restante. Contra esta injusticia no hace manifiestos la holgazanería de la patria.

Los españoles les dijimos a los capitalistas de los organismos internacionales que éramos demócratas de toda la vida y nos admitieron en sus clubs, principalmente en la UE, en la ONU ya estábamos hacia tiempo como fieles anticomunistas. Por lo visto, para los firmantes del manifiesto no hace falta más democracia.

Del hijo del sindicalista Nicolás Redondo no se puede esperar nada; su único mérito en política es ser hijo de Nicolás Redondo. Del tal Corcuera tampoco, su único bagaje son las canalladas que negoció en la reconversión de la siderurgia vasca. Luego en premio de esas canalladas le hicieron "el ministro de la patada en la puerta" el ministro más  bruto que ha pasado por el ministerio.

Del filósofo Sabater si esperaba más, en las clases de filosofía a las que asistí, escuché que la filosofía, entre otras cosas, nos valía para poner en orden nuestros disparates; al filósofo Sabater parece que no. ¿Serán los jefes de su universidad, el imperio vaticano, los que se las han desordenado a él?

El capitalismo ya ha iniciado la ofensiva para prescindir de la democracia. En EE: UU ya ha estado en el poder cuatro años una alternativa que representa el pos democracia y es la primera potencia económica del mundo; en Brasil ya está la antesala del fascismo y en Europa avanzan en todos los países alternativas cercanas al fascismo camufladas precisamente en la democracia.

Si aquel 1% que citaba más atrás no necesita la democracia, el otro 99% si, porque solo con democracia  nos será posible exigir nuestros derechos.

La desigualdad, la pobreza, la precariedad y la incertidumbre ante la vida solo la pueden combatir quienes la sufren; llevamos mal camino, pero algunos no desistiremos de él, e insistiré una vez más para decir a ese 99% con votos y unidad de proyecto también se pueden corregir los males del mundo.

Por último recordarle al grupo de firmantes que el enemigo a batir no es quien denuncia los déficits de ésta democracia, el enemigo a batir es el fascismo; o, ¿acaso los firmantes del manifiesto no se han confundido y lo que han hecho es tomar posiciones para intentar seguir tumbados en la holgazanería de la pos democracia?

 

 

 

 

 

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